Ante la necesidad de conocer su filosofía de vida misional y contemplativa en la arquitectura carmelitana dentro de un contexto artístico novohispano, la Dra. Soria se planteó algunos cuestionamientos, por ejemplo: ¿cómo, cuándo y dónde se formó la orden Carmelita?, ¿por qué llevaban una vida ermitaña?, ¿por qué abandonaron el Monte Carmelo?, ¿cómo y cuándo llegaron a Europa y a la Nueva España?, ¿cuál fue su aportación a la arquitectura?, ¿cómo se reflejó su actitud contemplativa en el nuevo estilo de vida mendicante extendido por Europa e igualmente practicado por franciscanos y dominicos?, ¿cuál fue su labor misional en el conjunto de las órdenes establecidas en México, si las rutas de evangelización ya estaban ocupadas?
Cuando la Doctora Arminda Soria Soria inició su trabajo de investigación de posgrado sobre la orden del Carmelo Descalzo en México -hace más de una década-, ponderó y tomó en cuenta los numerosos estudios acerca de las órdenes evangelizadoras franciscanas, agustinas, dominicas y jesuitas, advirtiendo que la de los Carmelitas Descalzos ha recibido un tratamiento muy superficial en la historia del arte mexicano. Se percató de lo poco que se ha estudiado desde su origen en Israel, su paso por Europa y su llegada a México, así como el papel decisivo desempeñado gracias a sus construcciones en la arquitectura conventual.
Una vez resueltas todas esas interrogantes en el libro de su autoría titulado El convento carmelita de San Joaquín en Tacuba. Arte, espíritu, sociedad y documentos (1689-1782), observó que la iglesia convento-colegio de filosofía, el aljibe y el pórtico de recreación de San Joaquín fueron olvidados por más de trescientos años, siendo una obra de gran importancia para la historia de la arquitectura en la capital mexicana, una construcción de calidad artística que manifiesta la presencia del arquetipo clásico herreriano carmelita novohispano, practicado del siglo XVI al XVIII.
Se sabe que este recinto fue uno de los más importantes centros de la cultura y de la espiritualidad teresiana y sanjuanista del Carmelo Descalzo. Por sus antecedentes, valor histórico y relevancia de su rescate y preservación, es meritorio destacar el esfuerzo que tuvo que hacer el Carmelo Descalzo para restaurar este conjunto conventual de San Joaquín en el siglo XVIII, después de que casi quedara en ruinas al ser utilizado como cuartel militar durante varios años del siglo xx, hasta que en 1948 se iniciaron las gestiones para la devolución de esta iglesia-convento, hasta que en 1955 se formalizó la entrega para su administración al Carmelo Descalzo.
Esta sólida construcción -sencilla y señorial- es un monumento histórico vivo de los mexicanos en la ciudad de México. Gracias a la perseverancia del Carmelo Descalzo, hoy esta fortaleza se puede admirar en todo su esplendor. Sin embargo, el aljibe y pórtico de recreación, al ser vendidos a particulares después de las Leyes de Reforma, hoy se encuentra rodeado de tumbas y en un profundo deterioro por falta de mantenimiento de la administración del Panteón Francés de San Joaquín, a pesar de haber sido declarado en 1990 monumento histórico y de que existe un acuerdo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), así como el Reglamento de la Ley federal sobre monumentos y zonas arqueológicos, artísticos e históricos, señalado en el artículo 13 de este mismo reglamento: los propietarios de bienes muebles declarados monumentos históricos o artísticos deberán conservarlos (y en su caso restaurarlos), siendo aplicables en lo conducente lo dispuesto en los artículos 6º, 7º, 8º, 9º, 10º, 11º y 12º de esta Ley. En este caso, sólo falta que el INAH aplique la Ley, pues es la institución encargada de salvaguardarestos espacios.